La distancia viene a demostrar que el amor es lo
suficientemente grande como para amar con el corazón, no con los ojos…
Y sino que se lo digan a la protagonista de la
siguiente historia…
“Ella, quien
un día decidió vivir su libertad, su juventud, tomarse un tiempo de reflexión
exclusivamente para ella, sin amores en su vida tras una mala racha de golpe
tras golpe…
Ella, quien tenía claro que necesitaba tiempo para organizar sus ideas, para curar sus heridas y quien tan solo tenía ganas de divertirse con sus amigas/os, disfrutar del tiempo perdido, vivir nuevas experiencias y no preocuparse por nada más que no fuese ella misma.
Ella, quien tenía claro que necesitaba tiempo para organizar sus ideas, para curar sus heridas y quien tan solo tenía ganas de divertirse con sus amigas/os, disfrutar del tiempo perdido, vivir nuevas experiencias y no preocuparse por nada más que no fuese ella misma.
Así
fue, lo intentó, se creyó que había vencido por primera vez al corazón, que
había sido capaz de callarlo, de vendarle los ojos y de taparle los oídos…
Vamos, completamente confiada de que este pequeño órgano estaría dormido hasta
que ella quisiese…
Pero no fue así. Él, tan solo pasaba desapercibido, observaba en silencio y callado mientras jugaba sus cartas, mandaba pequeños impulsos indiscretos sin que ella pudiese percatarse de ciertos detalles… Él solo ganaba tiempo detrás de ese intento de “indiferencia” que ella pretendía aparentar…
Y todo comenzó… un día como otro cualquiera en el que ella tan solo pretendía divertirse y pasarlo bien con sus amigas, conocer gente y distraerse; Pero lo que nunca imagino es que conocería a quien hoy, le robase el corazón.
Por
supuesto no se dio cuenta en ese momento, ni si quiera le hizo caso, solo jugó
a pasarlo bien, se dejó llevar por la novedad pero no pensó en quien estaría
jugando sus cartas en ese momento sin ella darse cuenta.
El tiempo siguió, pasaron los días, incluso semanas… Pero ese ladrón, no quiso desaparecer, quiso insistir con ese testarudo corazón, el cual aun estando “callado, vendado y sordo” nunca se rindió, ni si quiera dejo de funcionar… No dejo de latir pero sobretodo no perdió las ganas de volver a querer.
Poco a poco y con pequeños detalles insignificantes, pequeñas casualidades, ella le fue quitando la venda, incluso le destapó los oídos pero no lo dejo hablar…
Ella sentía curiosidad, quería saber que estaba tramando, descubrir que se estaba perdiendo o que podía llegar a encontrar… Y así fue… Se dejó llevar una vez más por su inseparable amigo el corazón.
¿Quién es el ladrón? Se preguntaba, ¿Qué me pasa con él? Le preguntaba al corazón…
¿Sabré volver a querer? ¿Volveré a salir lastimada? ¿Me arriesgo? ¿Qué hago?
Infinidad de preguntas una vez que retumban en su cabecita, a las que el corazón solo fue capaz de contestar… “Nunca sabrás que podría haber pasado si no lo intentas, más vale descubrirlo que arrepentirte por no haberlo hecho”…
Como de costumbre y una vez más, ella no supo decirle que no a su corazón, con poco tiempo a su favor, intento conocer al ladrón, quiso pasar tiempo con él, conocerlo e intentar comprender que tenía ese misterioso galán que a ella le volvía loca en cuestión de días… Fue bonito, muy poco pero intenso, hasta su despedida… En la que ambos no supieron hablar, no supieron concretar, de hecho no supieron decir que pasaría… Solo suspiraban y dejaban el futuro de ellos en manos del tiempo…
Con
miedo en los ojos, se dijeron adiós, sin saber que pasaría, sin confianza a
donde llegarían, sin fe en que resultaría…
Una vez más ella se armó de coraje, quiso ser fuerte, quiso ponerse de nuevo su armadura… Se Se prometió no volver a caer en el juego del amor, pero fallo.
Como de costumbre su corazón no quiso esconderse, quiso pelear, quiso vivir y quiso sentir cosas especiales…
A
lo que a día de hoy… sin volver a verse, tan solo oírse sus voces, el corazón
de ella, da saltos de alegría porque quiere volverse a enamorar, cree de hecho
haberlo hecho ya sin saber si quiera si el pequeño ladrón podría llegar a
sentir algo parecido…
Mientras
el corazón disfruta del momento y solo piensa en ser feliz una vez más sin
miedo a volver ser herido… Ella piensa en ¿qué pasará?, ¿qué hará?, ¿podré
aguantar?, ¿me querrá? …
Y si algo he aprendido de esta pequeña historia sin
final… es que el amor no tiene barreras ni fronteras. Cuando el corazón siente, no hay quien lo
haga entrar en razón.
Quizás sea eso lo que debamos hacer, arriesgar más y pensar menos…
Cuando una puerta se cierra se abre otra.. ¿Por qué dejarla perder, pensando en que pasará si vuelvo a entrar? ¿A caso no es mejor, probar a entrar directamente y descubrir que puede haber detrás?
Quizás sea eso lo que debamos hacer, arriesgar más y pensar menos…
Cuando una puerta se cierra se abre otra.. ¿Por qué dejarla perder, pensando en que pasará si vuelvo a entrar? ¿A caso no es mejor, probar a entrar directamente y descubrir que puede haber detrás?